Nuestra Misión

El Ministerio está dedicado a aprender cómo vivir, estudiando la muerte y los mensajes que llegan de aquellos a quienes llamamos “muertos”. ¿Por qué? Porque nadie mejor que quienes han partido y ahora nos observan desde otra dimensión puede enseñarnos a vivir una vida plena, con gratitud, presencia y sentido profundo.

La muerte es nuestra gran maestra, y los espíritus del mundo mayor, guiados por el Maestro Jeshua, son nuestros profesores. Nuestra tarea es integrar sus enseñanzas y verdades eternas en la experiencia cotidiana.

La misión del Ministerio es aprender a ponernos al servicio de los demás, comenzando por servir al Gran Espíritu —el gran misterio que habita nuestras vidas— y a nosotros mismos. Esta es nuestra sagrada responsabilidad: descubrir cómo caminar cada día en alineación con nuestra misión de expandir el amor a nuestro alrededor, utilizando los dones únicos e innatos que la Vida nos ha otorgado.

El Espiritismo, codificado por Allan Kardec, enfatiza el estudio del mundo espiritual y su interacción con el plano material. Enseña que la evolución del alma ocurre a través de la reencarnación, el perfeccionamiento moral y la búsqueda de verdades superiores. El Espiritismo no te dice en qué pensar, sino cómo pensar, fomentando el discernimiento y la conciencia espiritual. A través de prácticas como la mediumnidad y la comunicación con los espíritus —con propósitos de orientación, sanación y transformación interior— nos ayuda a comprender los desafíos de la vida desde una mirada más elevada. Sus principios fundamentales destacan el amor, la caridad y el perdón como caminos hacia la evolución personal y colectiva.

El Cristianismo, arraigado en las enseñanzas de Jesucristo, se centra en la salvación, la fe y la gracia como medios de transformación del alma. El Amor, al que llamamos Dios, nos ofrece guía para vivir una vida alineada con Su voluntad. La oración, la adoración y los actos de amor y compasión son prácticas esenciales que fortalecen la fe y nutren el espíritu.

Ambas tradiciones subrayan el poder sanador de la fe, donde la confianza en un poder superior y la alineación con principios divinos brindan paz interior y alivian el sufrimiento físico, emocional y espiritual. Los valores compartidos de amor, humildad y servicio convierten a estas enseñanzas en poderosas herramientas de crecimiento espiritual y sanación profunda. Juntas, inspiran esperanza, transformación y un caminar consciente hacia una vida con propósito, elevando tanto al ser como al colectivo.

Aqui al lado una imagen de Chico Candido Xavier (izquierda) Jeshua y Franco Divaldo Pereira (derecha)

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